martes, 8 de noviembre de 2011

Amar es un Verbo

Amar es un verbo.
Marta Campillo R.
Desde que nacemos tenemos la experiencia de ser amados, de ser cuidados y de tener una fuente de cercanía y amor en las personas que nos cuidan y nos ayudan a convertirnos en seres humanos socializados, de ellos aprendemos a tener seguridad y a poder ser independientes, ellos se convierten en modelos que nos permiten entender la realidad y como ser y estar en ella, los padres generalmente desempeñan esta labor amorosa a través de la cual el amor se convierte en un lenguaje emocional de la cercanía y del cariño. Aprendemos a amar siendo amados, sabemos como cuidar porque nos han cuidado, sabemos como acompañar a los demás pues cuando lo hemos necesitado alguien ha estado al pie de nuestra cama para atendernos en la enfermedad. El dar amor se aprende cuando lo recibimos y cuando empezamos a dar atenciones, besos y sonrisas a quien nos quiere.
Muchas veces hablamos del amor como algo especial, como un sentimiento, como una emoción y en las relaciones con las otras personas ese sentimiento tiene que materializarse en hechos. Si pensamos cuantas veces las personas nos dicen que nos aman y la relación no dura, no se es capaz de negociar los conflictos o de sobreponerse a las diferencias de opinión o de perdonar los errores. Si la relación es de amor tiene que convertirse en intimidad, en confianza y en apoyo, tendría que ser algo tangible con lo que pudiéramos contar en los mejores y en los peores momentos de la vida.
El amor establece un vínculo muy preciado en la vida con el que somos capaces de hacer por los más grandes sacrificios, en algunos casos esto puede implicar dar la vida misma por un ser amado. El amor se traduce en ímpetu, en una motivación muy especial, para hacer cosas por y para la otra persona. Amor de palabra y no hechos en una emoción vacía.
El amor es aceptación y el reconocimiento de tener un lugar de importancia en la vida de otras personas, así, la experiencia de sentir pertenencia, de ubicarse dentro de una familia es lo que nos enseña a reconocernos y a querernos a nosotros mismos. La aceptación de nuestros seres más cercanos nos enseña que somos valiosos y nos demuestra lo que los lazos de cariño significan. Aprendemos que amar es dar, es apoyar, es ayudar en todo lo necesario y es estar dispuesto a realizar sacrificios para el bienestar de la otra persona en caso de que sea necesario. Se dice que “el amor mueve montañas” y así es, puesto que el amor es compromiso y ese empeño es algo que reconocemos como fundamental en la vida.
Amar es hacer, es dar en todos los sentidos en que se participa en las relaciones, con tiempo, con compañía, con risas y deleite de estar con la persona, con recursos si eso se necesita El amor no solo se circunscribe a las relaciones personales sino que se expande a los grupos y a la vida misma. Se traduce en colaboración por el bienestar común, en acciones de empeño para realizar tareas sociales de generosidad y de dar aquello que solo los seres humanos podemos darle a los demás, todo lo que somos nosotros mismos, más allá de las cosas materiales y de esto tenemos grandes ejemplos como la Madre Teresa de Calcuta.
Así, cuando pensamos en el amor muchas veces hablamos de ese sentimiento idealizado que se experimenta con la pareja o cuando se está estableciendo la relación, ese es una de las clases de amor que podemos sentir pero también está el amor por la vida, por la profesión, por los amigos, por la naturaleza o por la belleza. En el caso de las relaciones con otras personas, es amor tiene que ser un compromiso de vida que se traduzca en tolerancia, en gozo, en compartir, en tener la apertura y disposición emocional que nos motive a llevar la relación de la emoción a las acciones que tienen que ver con el mantener a la relación viva, con un nivel de intimidad que se vuelva un lazo de crecimiento para las dos personas. Es crear a través de las acciones emprendidas en lo cotidiano, en lo pequeño y casi imperceptible de la vida, un clima de entendimiento y de armonía que permita a las personas sentirse cómodas, entendidas, en confianza sin resquemores, sin desconfianza en nuestra presencia y compañía.
Amar es hacer en todos los niveles y en todos los sentidos, es soñar en el futuro compartido con la pareja, los hijos, los familiares y amigos, toda la red de relaciones sociales que puedan sumarse. Amar es concretizar en nuestro estilo de vida los valores más preciados que nos permitan sentir que estamos recreando lo mejor de los valores humanos.

Para enviar comentarios: martacam2000@yahoo.com.mx

Más Allá del Fracaso

“MIRANDO Y…. DESCUBRIENDO”
Por Mtra. Marta Campillo R.
MÁS ALLÁ DEL FRACASO
Crecer y madurar es un proceso de descubrirse, de reconocer las muchas maneras en que podemos aprender a desarrollar nuestras capacidades, como lo hacemos cuando aprendemos de pequeños a caminar sin la preocupación de la censura de hacerlo bien o mal, simplemente haciéndolo y persistiendo más allá de cada caída, de cada tropezón, simplemente darle la oportunidad a las piernas para llegar a correr.
Fracasar es parte de aprender y es parte del reconocimiento de lo que no debemos hacer, el cual se requiere para saber el límite de lo adecuado y de lo peligroso. En el proceso de crecer e ir reconociendo lo que somos y lo que podemos lograr no estamos solos, estamos sumergidos en un medio de relaciones afectivas con familiares o personas cercanas que hacen una red social y es a través de esas interacciones en donde generamos una visión de quienes somos y de lo que el fracaso o el no poder hacer algo significa, no únicamente para nosotros sino también para las personas cercanas.
¿En relación a quién o qué somos un fracaso? Vivir en la sociedad actual es un proceso complicado pues vivimos en la era de la medición y de la comparación de aspectos tanto corporales como de las capacidades. Se mide la inteligencia, se mide la altura o que tan alto se es, que tan delgado o gordo se está, que tan a la moda se viste la persona, etc. En una sociedad donde el énfasis está en la competencia y la comparación, uno de los resultados es que aprendamos a medirnos con la regla de la “incapacidad”, esto es, creerle a la comparación en la cual se enfaticen más las deficiencias en lo que no podemos hacer, que el desarrollo de las capacidades que sí se tienen.
Un ejemplo de como no dejarse atrapar por la incapacidad es el de un campeón de medallas olímpicas, Greg Luganis, quien fue ganador de seis medallas Olímpicas en clavados en el año 1982. Este es un buen modelo pues cuando Greg estaba en la primaria le había diagnosticado dislexia, esto es, no podía leer puesto que rotaba las letras y esa frustración lo llevo a empeñarse en descubrir lo que sí podía hacer bien y así descubrió que podía nadar y posteriormente el salto del trampolín en clavados y de plataforma. Así en vez de centrarse en la deficiencia en la lectura, su empeño se centró en desarrollar su capacidad para nadar y realizar clavados.
Algo que muchas veces se tiene que superar de la infancia son los rótulos con los que se acentúa la deficiencia, por ejemplo ser malgeniudo o berrinchudo, hiperactivo, lento o tonto, incapaz, etc. La experiencia humana no puede reducirse a la deficiencia, lo problemático es que ésta genera prejuicios y éstos reducen la manera en que las personas nos valoramos y las expectativas se tiñen de fracaso cuando se espera que la persona no pueda o no se exitoso.
Afortunadamente la vida contiene múltiples historias y cada quien tiene muchas oportunidades para descubrir capacidades que puede desarrollar, pero es importante no centrarse en el fracaso o en la dificultad para aprender alguna actividad. El camino entonces es aprender de los errores, observar lo que experimentamos al haber realizado alguna actividad en que no nos sentíamos con gusto de hacerla, no nos motiva y pudimos dejarla para buscar otras cosas que sentíamos que nos gustaban más y que las podíamos realizar, enfrentar el “no poder” hacer algo, presenta un reto puesto que si es algo que queramos hacer, hay que tratar de lograrlo y utilizar todos los medios para descubrir el “como” lo podemos aprender. Lo maravilloso del aprendizaje es que aprendemos con todos los sentidos y desarrollamos inteligencias múltiples, por ejemplo la inteligencia lógica, la kinestésica, la relacional y de acuerdo a estas vamos a tener un modo de aprender, algunas personas desarrollan más alguna inteligencia que otra y el aprendizaje les será más fácil utilizando esa modalidad.
Los seres humanos no podemos ser vistos en blanco y negro, en dicotomías como aprender o no aprender, tenemos muchas facetas y algunas de ellas ni las conocemos se desarrollan con el tiempo y teniendo la oportunidad para realizarlas. La frustración de alguna expectativa nos enfrenta con el reto de sobreponernos y con el desafío de desarrollarnos en otra área. Con el tiempo lo que desarrollamos es una habilidad para aprender a aprender y eso nos facilita el desarrollo de otras habilidades nuevas.
La validación de los que somos no únicamente puede venir de aquellas cosas en las que sobresalimos, en las que somos buenos o exitosos, sino también emanan de aprender a tener paciencia y misericordia con nuestras deficiencias para poder mejorarlas en vez de esconderlas o de percibirnos solo a través de éstas. Lo que somos también tiene que ver con nuestros compromisos de vida y con las creencias y los valores que como seres humanos tenemos y que se reflejan en nuestras acciones cotidianas, como la perseverancia ante la adversidad y la generosidad en las relaciones con las otras personas más allá del juicio de la incapacidad.

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lunes, 27 de junio de 2011

Dejando Huella...



Por Mtra. Marta Campillo R.






Los propósitos para muchas personas es que su legado sea muy conocido en el mundo, trascender con su obra, ya sea impresa o de arte o pública y lo logran debido a que lo que han hecho beneficia a la sociedad, esto es así por los grandes valores humanos que los han inspirado, que tienen que ver con el bien colectivo. Existe otro nivel en el que nuestras vidas son trascendentes aunque ese nivel parezca imperceptible siendo este nivel de importancia fundamental, y pasa desapercibido, esto es, el efecto que nuestra existencia tiene sobre la vida de las personas con las que convivimos.


Basta recordar en nuestra propia vida ¿Quienes han sido pilares fundamentales de lo que somos ahora? Si nos preguntáramos ¿Qué persona recuerdas que noto o que apoyo la imagen que tú prefieres de ti, lo que te gusta de ti? Tal vez muchos de nosotros diríamos mi abuelita, me encantaban los ratos de salir con ella, de estar en su casa oyendo música y platicando, me encantaba que me daba mucho cariño. O tal vez diríamos mi maestra de primer grado que me decía que era muy inteligente.


Pensando en las cosas que hemos aprendido que nos gustan de nosotros mismos, podríamos rastrar con quien aprendimos a tener esa afición, ese gusto por algo aunque sea raro, por ejemplo deleitarse con una comida exótica o aprender un oficio o habilidad no común, esto remarca que somos primordialmente relacionales, sociales, que lo que somos se va fundamentanto en una comunidad de personas las cuales vamos aprendiendo a ser y en cuya compañía aprendemos a desarrollarnos y a encontrar la imagen del o que nos gusta ser.


Esa presencia casi imperceptible con la que otras personas que nos quieren, nos apoyan, nos estimulan o ayudan a que podamos descubrir en nosotros cualidades o habilidades, con quienes hemos pasado tiempo en lo cotidiano y con su manera de relacionarse con nosotros, abre experiencias en las que nos podemos reconocer con la imagen que preferimos y en las cuales aprendemos que nuestra presencia tiene un impacto en los demás. Así, aprendemos a ir identidicando en cada interacción, con cada persona una historia que va conformando lo qye identificamos como "yo" o lo que soy.


Cuando nos vemos a través de los ojos de esas personas, tal vez reconocemos nuestra mejor imagen y así en las muchas experiencias que vamos acumulando vamos aprendiendo a identificar las muchas posibilidades que tenemos al ser.


El tener a personas significativas se ha llamado la Membresía de la Vida y esto también incluye el que nosotros seamos parte de la membresía de la vida o el ser parte de la vida de otras personas al formar o desarrollar su espíritu, apoyar a una persona que se desarrollo y realicesus capacidades es tan importante como trascender como sobresalir de otra manera. Tal vez la sociedad no ponga tanto énfasis en el reconocimiento del efecto que los papás o las personas cercanas, o los maestros o los amigos tienen sobre el bienestar de las personas y hasta ahora eso pase sólo a ser parte de la historia personal de cada quien, pero ¿Qué sería de nosotros sim personas que nos hubieran cuidado, protegido y enseñado a ser seres humanos? ¿Sería posible la existencia sin las otras personas? No, la respuesta es definitivamente no, nos creamos como seres humanos en el nicho de las relaciones sociales de amor, de amistad, con personas valiosas, entusiastas, alegres, dedicadas con las qie convivimos y en las cuales aprendemos a ser.


Si pensáramos a quienes le tenemos que agradecer lo que somos, a la mejor alguien muy individualista diría pues a mí mismo, si es cierto no somos sólo lo que dan las personas desde afuera pero sin ellas tampoco podríamos ser quienes somos, se tienen los dos niveles del ser humano en constante interacción, lo individual y lo relacional. La cuestión es que cuando reconocemos la importancia que lasrelaciones con los demás tienen ese efecto profundo en nuestro bienestar emocional, también podemos valorar el efecto que nuestro accionar con las otras personas tiene sobre ellos y pensar en lo importante que es ofrecer cariño libremente, dar apoyo a las personas que nos rodean, reconocerles las cosas que hacen bien y favorecer en todos los niveles posibles las condiciones para su crecimiento, de tal manera que su presencia se vuelva una fuente de vida para nosotros y nuestra vida al convertirnos en un apoyo fundamental cobre un significado especial en la Membresía de su vida.

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